Puerta Grande - Ecuador

FERIA DE QUITO “JESÚS DEL GRAN PODER”
Temporadas Taurinas. Estadísticas. Fotografías. Años 1994 al 2001.







Un libro es siempre un umbral hacia otra dimensión. Este libro de Raúl Gordon Blasini nos transporta al Quito y al Ecuador de otra época.

El Quito actual es irreconocible. Ya no existe ese Quito de diciembre con chivas, toros y rumba. Es otro: trastocado por la pesadilla del Socialismo del Siglo XXI, del que de una u otra forma fuimos cómplices por acción u omisión. Pero el lindo Quito de mis recuerdos se rehusa a morir, en cada festejo taurino de la Plaza Belmonte y las procesiones del Jesús del Gran Poder, a pesar de políticos, curas y gentes que quieren destruir lo pasado y ni siquiera saben a dónde van ni lo que quieren. Es el sino de los tiempos post-revolucionarios.

Esta es la principal virtud de este libro de Gordon: el recuerdo, la añoranza, el “saudade”.

Desde su portada, con un cliché que modifica a quizás, su foto más famosa de un avión sobrevolándole a la Monumental Plaza de Toros Quito. Nos invita a retornar en el tiempo cuando el campo de aviación quedaba precisamente en Iñaquito, cerca de la plaza de toros, explanada donde en tiempos coloniales Gonzalo Pizarro con sus encomenderos decapitó al virrey del Perú, Núñez de Vela y empezó la primera guerra civil de nuestra historia entre los ancestros españoles.

Bueno, hemos retrocedido demasiado en el tiempo. Pero la fiesta de los toros es quizá el último cordón umbilical que nos une directamente a la península ibérica.

No queremos pecar de difusos y vamos al tema que nos ocupa, el libro de Gordon.

Yá hablamos de Raúl cuando hicimos la reseña sobre su primer libro de la Venezuela taurina del cual van a venir nuevos tomos en lo que va a ser una enciclopedia estadística.

No queremos ser ni críticos ni analíticos en el tema fotográfico ni en el tema estadístico, ya habrá gente más docta en esos temas. Sólo vamos a reseñar el mensaje que nos llega al hojear sus páginas.

Raúl nos ha embarcado en el recuerdo de la Feria “Jesús del Gran Poder” de 1994 al 2001. Para nuestro gusto, este libro tiene mayor fuerza que el anterior sobre Venezuela. Es un documento histórico que rescata la memoria fotográfica de esta época: la despedida de Edgar Peñaherrera, alternativa de Ricardo Ortíz, las actuaciones de Cristina Sánchez, El Juli, la feria de Guillermo Albán, el silencio de la plaza con José Miguel Arroyo “Joselito”, José Tomás, Cruz Ordóñez, Juan Pablo Díaz, Diego Rivas. Todo nos viene de golpe y de repente vemos fotografías de nuestros vecinos en el tendido de Sol, atrás del toril y con unas siglas QEPD. Así es la vida, en un suspiro cambia todo, pero a su vez, vive en nuestros recuerdos.

Debemos en este punto referirnos a valor estadįstico del libro. El libro en sí está retándonos a los periodistas e informadores taurinos ecuatorianos. Parece nos estuviera diciendo “señores este trabajo hay que hacer Y NO LO HAN HECHO. Yo que soy extranjero tuve que hacer el trabajo por ustedes.” Reflexionemos sobre este punto, no es sólo la estadística, no existe una memoria fiable de la historia taurina del Ecuador ni nadie que se haya dedicado al tema en forma metódica y de investigación. En todo caso queda el trabajo que hizo la empresa CITOTUSA con los libros de conmemoración de los 25 y los 50 años de la Plaza Quito, el libro de Patricio Espinosa y José Patricio Espinosa hecho para el Congreso Mundial de Ganaderos en el año 2001, el libro de Fernado Travesari “El Pando” escrito por el propio matador de toros y recientemente el libro de Fernando Díaz Martínez sobre las dinastías de toreros en Riobamba. Sabemos que el periodista Gonzalo Ruiz ha lanzado recientemente un libro sobre la Feria de Quito. Comprar ese libro será lo primero que hagamos a lo que regresemos Ecuador luego de dos años de ausencia.

Finalmente y a toro pasado, una anécdota y una reflexión final. El libro de Raúl Gordon Blasini coincide con el periodo último de la plaza. Cuando el slogan publicitario de “La Mejor Feria de América” llega a ser realidad con las mejores combinaciones de toros y toreros. Esto debemos reconocerlo a los hermanos Salazar-Egas. Nosotros siempre fuimos críticos de la empresa pero fue necesario que una persona que estuvo alejado del mundo del toro nos haga abrir los ojos.

Esto lo decimos no con el afán de echar flores a la empresa. Señores, la Plaza Quito que conocimos en nuestra infancia y juventud, no era tan bonita. En palabras de una periodista amiga peruana “era un galpón”, no estaba acabada. Una mole de cemento que parecía estadio de fútbol. De a poco le pucieron los arcos de adorno, limpiaron y arreglaron los jardines interiores, y ya en la administración Salazar pusieron graderíos de aluminio en contra-Barrera; nuevas baterías sanitarias; los cabos de acero para proteger la barrera; y una hermosa Puerta Grande. La Plaza Quito no tenia una puerta que se abra únicamente por el triunfo apoteósico de un matador de toros.

Raúl Gordon Blasini ha rescatado un documento gráfico invaluable para las futuras generaciones y ha hecho un compendio minucioso de datos estadísticos que no existía de la Feria de Quito. Muchas gracias querido Raúl. Tu aporte a la fiesta de los toros en Ecuador es inmenso. Aquí nuestras palabras de gratitud por tu trabajo periódico y tu amor a Quito y a nuestro país.

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