EL IMPERATIVO MORAL DE LOS POLÍTICOS: Más preguntas que respuestas.

En la coyuntura actual nos topamos con dos casos que tienen que ver con actos de corrupción y de justificativos de los imputados con un nivel paupérrimo. Dignos de esta época post-moderna donde a los “millennials” les resulta bizarro hablar de libertad y moralidad como conceptos inseparables.

El alcalde de Quito y su hermana lloran en las redes sociales porque “les quieren quitar la alcaldía”, incluso hablan de “celopatías políticas.” Igual a Daniel Salcedo, -el del reparto de los hospitales y millonario por varios “negocios” con el Estado- lo justifican diciendo que “Daniel era hijo de Cristo, el diablo lo hizo pecar, pero ahora está arrepentido.”

Como lo pusimos en las redes; hay algo que se llama RESPONSABILIDAD, y por ello mismo, porque procedieron con libre albedrío merecen y deben ser imputados por sus actos. La justicia determinará si son culpables y la pena que deben purgar.

El problema que nos planteamos es: ¿Por qué nos encontramos en esta situación de pérdida de valores? ¿Cuando perdimos el norte? ¿Cuál es el valor moral de nuestra nación?

La respuesta parece difícil, pero no lo es tanto; más bien podemos decir que la respuesta es sencilla.

Más allá de la crisis de valores morales y religiosos está en la destrucción de la familia como célula social en una reingeniería planteada por la izquierda indefinida y el marxismo cultural. Socavando esta base de la sociedad ¿qué puede pasar en nuestra ciudad y en nuestro país? Pues, lo natural lo que está pasando IMPLOSIONA. Una sociedad sin vida familiar es una sociedad condenada al caos y a la destrucción. La nación no es otra cosa que la prolongación de la sociedad familiar.

En este punto tenemos compulsivamente que hacer un apunte sobre nuestras élites. No sólo la clase política, sino la intelligentsia de este país. ¿Qué saben ellos de nuestro pasado? Muchos demuestran la más supina ignorancia. No lo han estudiado y por lo tanto no han captado su alma y su espíritu.

¿Cuántos de estos  no han apelado al regionalismo y al separatismo? ¿A cuál le ha interesado realmente robustecer la unidad nacional? ¿Cuántos han trabajado denodadamente por el bienestar del país y no de sus agnados y cognados? ¿Qué hay de sus instituciones, acaso no las han roto a girones cuando han podido? ¿Cumplen con las leyes? ¿Legislan para el bien común? ¿Aman a su Patria como si fuese la proyección de su familia y sus propias virtudes? ¿Trabajan como si el futuro de la nación dependiera de cada uno de ellos?

Ustedes saben las respuestas a estas otras preguntas. Son sencillitas. No las vamos a contestar.

El país está quebrado material y moralmente. Nosotros vamos a ir un poco más allá en nuestra respuesta. El 13 de mayo de 1830 se creó el Estado del Ecuador. Pero nuestro sentido ético procede de un tronco común con otros pueblos, es el HISPÁNICO. Tenemos una lengua común, una misma cultura y civilización, un mismo destino y, una tradición común y propia. En realidad pertenecemos a una sola nación que abarca varios Estados. ¿No será el momento de pensar que la sociedad transfiera su soberanía a un nuevo estado-nación? Pero, el reto es difícil. Esa soberanía social hay que transformarla el soberanía política y ahí está el detalle. Buscar a los representantes legítimos.















Comentarios

  1. La pretensión política de la progresía es subvertir un orden biólogo y cultural y reemplazarlo por un nuevo orden concebido por este grupúsculo para hacerse con el poder y control.

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  2. Esto es cada vez más evidente. Lo importante es reflexionar sobre el tema y luego tomar acciones concretas tanto en el orden cultural como el político. No es nada fácil

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